El misterio de la buhardilla creciente.
Las buhardillas han sido siempre el lugar perfecto para los misterios. En los desvanes de los libros y las películas se han escondido de forma invariable objetos asombrosos y antiquísimos secretos cuyo descubrimiento ha desencadenado fantásticos sucesos. También son el lugar preferido por los adolescentes para montar su cuarto y refugiarse de la mirada policial de los adultos. Y es allí donde los niños de todas las generaciones han subido a revolver entre cosas olvidadas, a explorar en busca de inesperados y emocionantes hallazgos.
Las buhardillas tienen algo mágico y fascinante, y la que hemos rehabilitado en Beasain no iba a ser una excepción. En ella también ha sucedido un hecho extraordinario: se ha hecho más grande. O al menos da la sensación de haber crecido, y eso significa que hemos hecho bien nuestro trabajo.
Se trataba de un espacio único bajo cubierta, protegido por una barandilla, en el que el cliente tenía una cama y una pequeña librería. Nosotros dividimos la zona en dos y las separamos con una puerta doble corredera que, al abrirse, cubría exactamente los tabiques laterales.
En una zona pusimos la cama y un bonito papel en la pared, y en la otra una agradable zona de descanso o lectura, tipo salita, que lo mismo sirve como lugar de juegos para el hijo pequeño del cliente que como complemento de una estupenda habitación para invitados. Después sustituimos la barandilla por un murete con una mampara de cristal, que protegía y al mismo tiempo permitía la entrada de luz, y cerramos el espacio con una puerta acristalada.
De la decoración y la distribución se encargó Nerea Basurco, de Kimera Interiorismo.
Ahora la buhardilla parece otra, más cómoda y confortable, y mucho más grande. Es como si hubiera crecido. ¿Cómo es posible? Es un verdadero misterio. Algo realmente mágico.
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