Una de las cosas más bonitas que tiene Donosti es el mar. O mejor dicho, la relación de la tierra con el mar. Cómo se funden, cómo se integran.

Y en ese acercamiento se han construido casas que además de su buena arquitectura, sus buenos materiales, su diseño y sus acabados, tienen la ventaja de que al despertarte cada mañana puedes admirar el Cantábrico en todo su esplendor.

Hoy queremos mostraros dos que tenemos disponibles para la venta y que más pronto que tarde harán las delicias de dos familias, una mirando a La Concha, la otra mirando a la Zurriola.

La Concha desde las alturas.

Las viviendas en La Concha, en primera fila de playa, tienen la ventaja de la cercanía, de que te sientas ahí, casi metido en la playa y el mar. Pero las viviendas construidas en Aldapeta y sus alrededores tienen una ventaja aún mayor: la dimensión y la perspectiva de lo que se ve.

En este dúplex del Paseo Duque de Baena de 155 m2, 4 habitaciones y 2 terrazas, la Bahía de La Concha se contempla desde unos 70 metros sobre el nivel del mar.

Lo que da otra perspectiva, otra amplitud. Se abarca mucho más el mar que incluso se ve por encima de los edificios de la parte vieja, se domina la bahía, la playa y encima no hay tráfico que nos estropee el silencio que requieren estas estampas.

Y lo mejor, el salón y el comedor tienen un enorme ventanal desde donde se aprecia todo lo que os estaba contando.

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La Zurriola y el Urumea, la otra Donosti.

Durante muchos años primero la Parte Vieja y luego el barrio de Gros vivieron de espaldas al mar. Eran otras épocas. Pero desde hace unas décadas los donostiarras nos dimos cuenta que esa “otra” playa era tan hermosa como la de La Concha.

Y hoy os enseñamos una vivienda que, debido a que hay que reformarla y a sus vistas, se puede convertir en una auténtica joya.

Una vivienda de 133 m2 en el paseo de Salamanca que al estar en una cuarta planta disfruta de una vistas panorámicas inigualables. Se ve toda la desembocadura del río Urumea con la amplitud que da la altura, justo frente al Palacio Kursal que iluminado por la noche parece la estampa de un cuento de hadas y el resto de la visión está reservada a la playa de la Zurriola, el monte Ulía y el mar abierto.

En días de tormenta o de mar fuerte, el espectáculo de las olas en inigualable. Las que rompen a los pies del edificio, las que avanzan hasta el puente y las que golpean con violencia el espigón que protege la playa.

Son unas vistas increíbles los días de buen tiempo, y las mejores vistas los días de temporal.